El pasado jueves, 1 de febrero, los alumnos y profesores de
la modalidad “Interpretación y Educación Ambiental” de la Escuela Profesional
“DEHESARROLLANDO”, realizamos una ruta por la localidad de Torremocha para
conocer su patrimonio y sus parajes.
Nos situamos en el año
1779, cuando el Padre Fray Juan Mateos Reyes Ortíz de Tovar compuso y dirigió
el manuscrito existente en el Archivo del Monasterio de Guadalupe, titulado
“Partidos Triunfantes de la Beturia Túrdula” indicando que esta localidad pertenece
al año 1232.
Torremocha era, en el
siglo XVI, una villa perteneciente a la Encomienda de Montánchez, dependiendo
del Priorato de San Marcos de León. Un siglo después, en el año 1631, la citada
localidad, alcanzó su autonomía tributaria y jurisdiccional.
El nombre que designa
a este municipio fue debido al protagonismo que sufrió su Torre, que fue
desmochada por la rebelión de algunos nobles contra los Reyes Católicos.
Podemos hacer
referencia, a la Orden Militar Malta como muestra la Cruz de un edificio
situado detrás de la Iglesia Parroquial de la Asunción.
El punto de salida lo realizamos desde la plaza del pueblo,
exactamente, desde la mencionada anteriormente, la Iglesia Parroquial de la
Asunción, una Iglesia construida entre
los siglos XVI y XVIII. Su construcción se debe enlazar, más concretamente, al
siglo XVIII aunque mantenga pruebas de una edificación primitiva del siglo XVI,
que pueden verse en la parte inferior de la Torre. Dicha obra, está realizada
en mampostería de una sola nave, dividida en tres tramos unidos entre ellos por
bóvedas de cañón.
Iglesia Parroquial de la Asunción
Seguimos nuestro camino por detrás de la citada
Iglesia, para llegar a contemplar la vivienda más antigua del pueblo.
Continuamos bajando por el pueblo, hasta llegar a la Ermita
del Cristo del Humilladero, patrón de las fiestas locales. Una pequeña Ermita del siglo XVIII, de estilo barroco en
el que predomina la mampostería.
Proseguimos nuestro camino, bajando por la Calle
Humilladero, visualizando viviendas que nos sitúan a una pasada época.
Llegamos a uno de los alrededores del pueblo e hicimos una
pequeña parada en su gran silo antiguo. Un edificio, que carece de humedad y
estaba destinado a almacenar grano, forrajes, etc.
Subimos hasta su planta más alta, no sabría decir cuántos escalones subimos, pero sí podría describir el cansancio que se nos acumuló al estar en lo más alto. Eso, no nos impidió descubrir unas vistas de pájaro maravillosas, en las que pudimos contemplar los terrenos cercanos y no tan cercanos. Vimos los nidos de cigüeña tan cerca que impresionaban.
Subimos hasta su planta más alta, no sabría decir cuántos escalones subimos, pero sí podría describir el cansancio que se nos acumuló al estar en lo más alto. Eso, no nos impidió descubrir unas vistas de pájaro maravillosas, en las que pudimos contemplar los terrenos cercanos y no tan cercanos. Vimos los nidos de cigüeña tan cerca que impresionaban.
Algunas de las vistas desde el Silo
Los compañeros bajando las interminables
escaleras del silo.
Continuamos con nuestra ruta, dejando el Silo a nuestra
izquierda para bordear el pequeño barrio de los Molinos.
Enseguida tenemos que tomar un camino que sale en diagonal por la izquierda y que un poco más adelante se bifurca. En dicha bifurcación, tomaremos también la de la derecha para dirigirnos al Embalse.
Llegamos a un final sorprendente, denominado “Los Molinos”. ¿Seguíamos en Torremocha? Parece ser que sí, pero
ese lugar, nos hizo transportarnos al lugar más incógnito de la Tierra, incluso
me atrevería a decir, que parecía que nos encontrábamos en otro planeta. Un
paisaje desolador debido a la sequía. El poco agua que queda es debido a que se ha dejado pasar el cauce del río Salor a su paso por Torrequemada para abastecer al pantano de Valdesalor y su regadío.
Imágenes de lo que nos podemos encontrar en “Los
Molinos”
Este lugar, hizo que nos entretuviésemos con sus vistas. No
pudimos perdernos las distintas huellas que encontramos en el barro del
inexistente río. Una de ellas, de nutria, que se diferenciaban perfectamente y
las otras, no estamos muy seguros, pero podían ser de cigüeñuelo.
Escalamos las distintas rocas, para ver más de cerca cada
detalle del paisaje. Subíamos y bajamos, pero debíamos proseguir con nuestra
ruta y nos pusimos en marcha de nuevo.
Volvimos sobre nuestros pasos para tomar el camino izquierdo por nuestra derecha en la bifurcación para acercarnos a la depuradora y pasar por un puente construido actualmente.
Debajo pudimos contemplar otro puente construido con lanchas de piedra perfectamente colocadas como pasaderas.
Seguimos por el camino de la izquierda adentrándonos en un
pequeño sendero y continuándolo hasta el final, sin antes ver, en su lado
derecho al Pozo Barbero, un pozo situado al lado de un antiguo asentamiento
romano.
El camino termina en la Carretera de Aldea del Cano.
Continuamos nuestros pasos por la cuneta derecha para, en aproximadamente, 1
km, cruzar la carretera hacia su cuneta izquierda y adentrarnos en un camino
sin señalización.
Seguimos nuestro camino hasta llegar al Ejido de Torremocha y continuar nuestra ruta por la derecha. Nos adentramos en un camino vecinal que finaliza en la localidad de Albalá.
Llegados a un cruce, nuestro camino sigue de frente, adentrándonos en un camino de tierra que nos llevará a casi al final de nuestra ruta. Es un camino largo.
Aproximadamente unos 8 km más adelante, nos adentramos por una cancela para llegar al Paraje Fuente de los Cantos, más conocido comúnmente cómo, "Los Chozos".
A nuestra izquierda, subiendo por la última cuesta que finaliza en "Los Chozos", encontramos un pozo con reja que cubre el brocal
y un cartel nos indica que aquí hubieron, en tiempos, explotaciones mineras.
Poco más allá, la Charca de los Cantos y, a su lado, una
fuente que a día de hoy, no da agua.
Nos encontramos con los tres chozos cuya construcción se debe a las actuaciones de
la “Mancomunidad de Formación y Empleo Escuela-Taller San Agustín III”. En su
interior disponen de una estructura de madera a modo de literas con capacidad
para 6 personas. Para contratar su uso hay que llamar al Ayuntamiento de
Torremocha, a los teléfonos 927127001 y 927127101.
Uno de los tres chozos.
Una vez hecha una larga parada en "Los Chozos" volvemos sobre nuestros pasos. De nuevo hay que hacer el "camino más largo" para volver a encontrarnos con la carretera de Albalá, que la continuaremos recto hasta llegar al puente romano de San Antonio. Un magnífico y gran puente que nos da la bienvenida al pueblo.
Puente de San Antonio
Pasado el puente, tomamos el camino de la izquierda para subir hasta la plaza del pueblo.
Aquí finaliza nuestra ruta.
Nos dirigimos a realizar la última parada en la panadería del pueblo, que queda a la izquierda de la Iglesia Parroquial de la Asunción.
Una panadería que se remonta a más allá del siglo XIX, cuando sus fundadores Joaquina y Antonio comenzaron su andadura en esta panadería artesanal de más de 400 años. Su horno se mantiene intacto y en perfecto estado desde su fundación, haciendo de él patrimonio histórico de la comarca.
No pudimos despedirnos de Torremocha, sin probar este pan tan espectacular.
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